El Cerdo Ibérico: el origen de todo

El Cerdo Ibérico: el origen de todo

El Cerdo Ibérico: el origen de todo

En Los Romeros de Alanís sabemos que todo empieza en el campo. Nuestro compromiso con la calidad nace con el animal: el cerdo ibérico. Un animal único, profundamente ligado a la tradición ganadera del suroeste peninsular y al ecosistema de la dehesa, donde vive en libertad y se alimenta de forma natural.

Su carne es el corazón de nuestra producción: de ella elaboramos nuestros jamones y paletas, pero también embutidos y una gran variedad de productos con un sabor inconfundible, que forman parte esencial de la gastronomía española.

La raza ibérica: una joya de nuestro patrimonio

El cerdo ibérico no es un cerdo cualquiera. Se distingue por una fisiología singular: patas largas y fuertes, esqueleto fino y una capacidad natural para infiltrar grasa entre el músculo. Esto lo convierte en una raza excepcional, ya que esa grasa infiltrada —rica en ácidos grasos saludables— es la que da a nuestras piezas su sabor, textura y jugosidad tan característica.

En Los Romeros de Alanís, criamos nuestros propios cerdos en nuestras dehesas familiares, donde se alimentan principalmente de bellotas y pastos durante la montanera, que es el periodo clave de engorde natural. Un cerdo ibérico puede llegar a consumir más de 7 kilos de bellotas al día y recorrer varios kilómetros diarios, lo que contribuye al desarrollo óptimo de su musculatura y al reparto de la grasa.

Alimentación y vida en libertad: la diferencia está en el campo

El ejercicio constante en la dehesa y la alimentación hacen que la grasa se infiltre en las fibras del músculo, generando las famosas vetas blancas que distinguen las piezas de calidad. Es un proceso natural que no se puede forzar, y que respetamos al máximo en cada fase del ciclo de vida del animal.

Nuestros cerdos alcanzan un peso medio de entre 150 y 180 kilos antes del sacrificio, aunque algunos ejemplares pueden llegar a los 300. Todo ello se traduce en productos de altísima calidad, curados con paciencia —5 años en el caso del jamón y 3 en el de la paleta—, y que conservan intacto todo el carácter de la dehesa.

En Los Romeros de Alanís no sólo cuidamos cada pieza como si fuera única: criamos y acompañamos a cada animal desde su nacimiento hasta que su producto llega a tu mesa. Porque solo así podemos ofrecerte algo más que jamón: una historia real, un sabor auténtico, y el orgullo de hacer las cosas bien.